Ayudar a las personas a conocerse y a aprovechar sus fortalezas de carácter es una de las mejores maneras de promover la positividad. Las fortalezas de carácter son aquellas cualidades morales que podemos desarrollar o cultivar. Los investigadores Christofer Peterson y Martin Seligman han encontrado 24 fortalezas de carácter, entre ellas la curiosidad e interés por el mundo, el amor por el aprendizaje, el buen juicio, el ingenio, la inteligencia social, personal y emocional, la capacidad de poner las cosas en perspectiva, la valentía, la perseverancia, la diligencia, la honestidad, la generosidad, la capacidad de amar, el sentido del deber, la justicia, la capacidad de liderazgo, el autocontrol, la discreción, la gratitud, la esperanza, el optimismo, el perdón, el sentido del humor o el entusiasmo.
Una de las aplicaciones más importantes de la psicología positiva en la educación consiste en reconocer las fortalezas de todos los integrantes de una escuela desde la directora, los maestros y los alumnos, hasta el personal administrativo. Para aprovecharlas al máximo puede ser el primer paso para un cambio en la atmósfera de la escuela y en las vivencias cotidianas de alumnos y docentes. Los especialistas en educación John Yeager, Sherri Fisher y David Shearon han desarrollado un modelo educativo basado en las Fortalezas, en su libro Smart Strengths describen las 5 fases de este abordaje:
1. Reconocer las Fortalezas: entrenarnos para ser conscientes de lo que hace bien cada persona, aquello en lo que sobresale, en vez de concentrarnos en sus fallos.
2. Gestionar las Fortalezas: se pueden combinar aprovechar y promover para obtener lo mejor de cada uno.
3. Abogar por las Fortalezas: conversar con los alumnos sobre sus capacidades y habilidades a fin de saber cómo se manifiestan en diferentes actividades y situaciones.
4. Relacionarse desde las Fortalezas: construir relaciones en las que podamos manifestarlas y conectarlas con las de los demás.
5. Entrenar a los demás: una vez que conocemos y aprovechamos nuestras fortalezas podemos ayudar a los demás a hacer lo mismo.
John Yeager y sus colaboradores resaltan que para ayudar a los niños a trabajar con sus fortalezas los adultos involucrados en su educación deben conocer las suyas propias. La forma más sencilla de lograrlo es simplemente ponernos unas gafas de aprecio y proponernos notar y observar lo mejor de cada uno. Existen también herramientas cuantitativas muy útiles para evaluarlas, como el cuestionario VIA de fortalezas de carácter. Se trata de una prueba sencilla que se puede realizar gratuitamente por Internet; hay una versión para adultos, otra para adolescentes y otra para niños. Se puede encontrar, con traducción en español en www.viame.org.
Algo que te puede ayudar a mejorar y ejercitar lo anterior son las siguientes preguntas:
Piensa en alguna época o evento de tu vida escolar, puede ser todo un curso o un día específico, en el que te sintieras especialmente bien:
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¿Qué contribuyó a que fuera una buena época o un buen momento para ti? ¿Crees que demostraste una de tus fortalezas? ¿cuál? ¿quién lo notó o apreció? Recuerdas a algún maestro o maestra que consideraras especialmente bueno. ¿Crees que notaba las fortalezas de los alumnos? ¿Apreciaba alguna de las tuyas? ¿alguna vez te comentó algo o te lo hizo notar? ¿cuáles crees que eran algunas de las fortalezas de ese maestro o maestra especial?
Piensa en dos de tus mejores amigos de la escuela. ¿cuáles crees que eran dos de sus fortalezas de carácter? ¿cómo se manifestaban en su trabajo escolar? ¿y en su relación contigo?. Si hoy pudieras volver a la escuela, ¿cuáles de tus fortalezas te gustaría que alguien notara y te ayudara a cultivar? Y, si tienes hijos, ¿qué fortalezas ves en ellos que quisieras que se siguieran desarrollando en la escuela? Educar a partir de nuestras virtudes y las de los demás es, en definitiva, favorecer la autoestima necesaria para ser felices.