Un día hace muchos años, cuando era una niña, escuché la frase “quien esté libre de culpa, que tire la primera piedra”. Lógicamente en aquel entonces no comprendí el alcance de estas palabras y fue con el paso del tiempo que la vida y la experiencia me brindaron el regalo de su comprensión. Dicen que el tiempo es sabio y que la experiencia es un grado, no porque seamos más listos que nadie, si no porque los errores nos traen un precio y también un regalo.
Una de mis banderas es “con las piedras del camino construyo catedrales”, y, como buena humana, a veces se me olvida construir una linda catedral con las piedras del camino.
Tengo la gran fortuna de viajar de forma habitual y de cruzarme con distintas gentes y sus historias de vida. Además, recientemente el universo me ha obsequiado con algunas de esas piedras del camino en mi vida personal y han sido variadas y complejas las emociones que me han provocado, a la vez que me han evocado nuevos caminos llenos de belleza y sabiduría.
Escuchando las historias y el dolor de algunas personas me surgió la pregunta, ¿cuál es el precio de los errores? ¿pagamos un precio o recibimos regalos? ¿quizás las dos cosas? ¿realmente son errores o son elecciones de vida que debían producirse de forma ineludible?
Para las personas que nos dedicamos a acompañar a otras personas para ser más felices es importante tener una coherencia de vida, al menos lo es para mí y para más amigos de profesión. Hace unas semanas una gran amiga compartía conmigo el dolor que le producía su situación familiar. Me confesaba con mucha pena que se sentía una impostora cuando se ponía delante de otras personas para ayudarlas en su proceso de mejora, mientras ella vivía un desastre de familia. ¿Cómo puedo decirle a alguien qué hacer cuando yo no tengo una situación ideal?, me decía. Me dijo que a veces se le olvidaba usar las técnicas que empleaba para sus clientes y que cuando terminaba una sesión le recordaba usarlo para ella misma. ¡Eureka! le dije. Esa es la clave, tenemos la suerte de podernos recordar constantemente cual es el camino, qué es lo verdaderamente importante porque nos dedicamos a facilitar y a acompañar a otras personas en ese mismo camino. Ser alguien que entrena el espíritu y la mente de otras personas no te convierte en alguien libre de errores, de caer y de estar, incluso, perdida en algún momento. Siento que esta es la coherencia de nuestra profesión, gracias a querer crecer como personas y a acompañar a otras a hacerlo, descubrimos más y ponemos la intención en mejorar y transformarnos como jamás lo hubiéramos imaginado.
Alguien me dijo una vez que todo el mundo se cae, la diferencia está en cómo nos levantamos. Y eso es lo que le dije a mi amiga. ¿Cómo te has levantado?, ¿qué estás haciendo ya, que otras personas no hacen? Y lo más importante, el hecho de estar en este camino de constante mejora nos hace dueñas de la toma de conciencia y del valor de reconocer y revelar lo que está sucediendo, también llamado el poder de la vulnerabilidad.
Estoy muy orgullosa de mi amiga, de sus errores, de sus, a veces, incongruencias, porque sé que su corazón está lleno de auténtico AMOR en mayúsculas, de nobleza y del deseo de un mundo mucho mejor. Sé que es humana y que a ojos de otras personas pudiera parecer poco auténtica dedicándose a una profesión de ayuda a los demás. ¿Quién soy yo para juzgarla?, quien esté libre, que tire la primera piedra.
Siento que cada vez más personas, afortunadamente, damos luz al mundo y algo que la vida me está enseñando es que para dar luz a los demás, antes es importante darnos luz a nosotras y nosotros mismos. Solo puedo dar lo que tengo, y siempre y cuando antes tenga para mí.
¿Qué sucedería si arregláramos nuestras diferencias con los demás? ¿qué sucedería si te atrevieras a dar el primer paso de algo que parece imposible? ¿Qué sucedería si abriéramos más nuestro corazón dejando el ego de lado? ¿qué sucedería si amáramos a quien más dolor nos ha causado? ¿qué sucedería si nos aceptáramos los unos a los otros con más amor?
¿Qué sucedería si nos atreviéramos a hacer lo que hemos parado tanto tiempo?
¿Cómo te podrías dar luz hoy a ti y los demás?
Nos vemos en el camino de la felicidad… sigo andando, ¿vienes?