Una de las cosas más importantes de un libro es su portada. Es lo primero que ve la gente, lo primero que atrae o provoca rechazo, la primera puerta que tiene un lector para asomarse a una obra. Después de la historia y el título, es, bajo mi punto de vista, la tercera cosa más relevante (sin contar con la elección de la editorial, ¡claro!).
Al principio no tenía muy claro como iba a ser esa imagen que cautivara a los lectores desde el primer momento, pero sí sabía que debía de tener luz, vida, entidad propia, algo distinto y con colores llamativos.
En el libro de la coleccionista de sensaciones hay algunos elementos simbólicos como la orquídeas y los frascos de cristal y estos tenían que estar sí o sí.
Cuando la editorial empezó a diseñar las primeras portadas me di cuenta que ese trabajo debía hacerlo con alguien más cercano, alguien que supiera leer el alma de la novela. La
Las primeras propuestas de la editorial fueron en colores bastante apagados y fríos, cortaban el largo tallo que tiene cualquier orquídea y esto hacía que perdiera fuerza. Más abajo podréis observar la diferencia con los inicios y lo que sucedió después y comprobaréis que no tiene absolutamente nada que ver.
Cuando les comenté que las primeras pruebas no reflejaban el espíritu de la novela, que era aventurera, cálida y tierna por todos sus poros, me enviaron una segunda propuesta con unos frascos en estanterías. Aunque esta propuesta me gustó algo más, había algo que no terminaba de encajarme. La pusimos en varios tonos, azules y en sepia. El color sepia, a pesar de ser un color que me fascina, me recordaba a otros muchos libros ya publicados, no me sonaba a algo nuevo y fresco y también lo descarté.
No estaba nada contenta con el trabajo que me habían enviado hasta entonces y empecé a pensar en alguien con quien pudiera componer esa esperada portada. Entonces se me encendió la bombilla y me acordé de mi amigo Michel, recién licenciado en diseño y comunicación, con quien ya había trabajado en más ocasiones durante unas prácticas y con una especial y distinguida sensibilidad, alguien que sabe escuchar y que sabe leer pensamiento, y así lo indico en una parte de los agradecimientos de la novela. Nos pusimos mano a la obra, y con sólo un rato de conversación me pilló la idea. La diferencia de su primer boceto respecto a la portada final es que él puso la luna como fondo y tonalidades azuladas. Me gustaba, pero se habían publicado tantos libros sobre vampiros que pensé que podía evocar la misma temática y despistar a los futuros lectores.
Le propuse a Michel que la portada tuviera más luz y un sol de fondo y que ya que Asia estaba tan presente en la novela, hubiera por lo menos un cerezo japonés en la portada. Y de estar forma y con grandes matices mágicos nació la portada actual, la que luce cuando buscas a la coleccionista de sensaciones en internet o la encuentras físicamente en alguna librería.
Sólo podía haber hecho este nacimiento con Michel. La combinación fue espectacular, con una tremenda fuerza y vida. Mi ahora amigo Michel fue también el responsable el cautivador tráiler promocional de la novela, que podéis encontrar en YouTube cliqueando el título del libro. Todo lleva la huella que fuimos capaces que crear juntos.
Os invito a echar un vistazo a la portada de la novela la coleccionista de sensaciones y a que la tornéis como si de una puerta se tratara para adentraros en su atrapadora historia.
A DISFRUTAR LEYENDO!