Felices Arquitectos de nuestra Mente

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Las investigaciones y los análisis sobre nuestra mente afectiva conducen a una sorprendente conclusión: las raíces de nuestro cerebro optimista están profundamente arraigadas en el placer en las partes de nuestra arquitectura neuronal qué responde a las recompensas, ir a las cosas positivas qué nos depara la vida, mientras que las raíces de nuestro cerebro pesimista se encuentran profundamente arraigada en las vetustas estructuras cerebrales que nos alertan de peligros y amenazas en nuestro cerebro, del miedo.

Las pequeñas variaciones que existen en cuanto a la forma de reaccionar de nuestro cerebro del placer y de nuestro cerebro del miedo así cómo la capacidad de los centros de control superiores del cerebro para mantener esta tendencia en secreto, conducen a la aparición a lo largo de nuestra vida de una red de conexiones que constituyen nuestro cerebro optimista y nuestro cerebro pesimista. Todos contamos con esos circuitos propios del cerebro pesimista y optimista, en más o menos las mismas regiones, pero la fortaleza de esos circuitos difiere notablemente en cada persona y en alguna reaccionan de inmediato al placer y a la diversión, mientras qué otras tardan más en entrar en calor. Asimismo, algunas personas son muy sensibles al peligro y se preocupan y alertan ante la aparición de la
amenaza más ínfima, mientras que otras tienen un umbral del miedo mucho más alto.

 

Estas diferencias compondrían los cimientos de aquello que somos, los genes, así como los sucesos que nos acontecen se entrelazan de manera compleja formando cadenas de influencia que se extienden en ambas direcciones. Ahora sabemos que el optimismo al igual que el pesimismo tiene su origen en una compleja danza en la que participan la genética, las experiencias vividas, y los seres vivos específicos sobre cómo cada uno de nosotros vemos e interpretamos el mundo que nos rodea existen en efecto, unos genes y es todo aquello qué nos depara la vida lo que determina si hemos consumado nuestra capacidad genética qué circuitos cerebrales hemos desarrollado positivos o negativos. Este delicado flujo y reflujo de circuitos cerebrales da forma a los contornos y los valles de nuestra personalidad.

 

Es importante ser consciente de nuestras vulnerabilidades y nuestras cualidades, saber cuáles son nuestras de disposiciones, ya que la buena noticia es que los circuitos cerebrales que subyacen en nuestro cerebro pesimista y en nuestro cerebro optimista se encuentran entre los elementos más plásticos del cerebro humano, sufrir un estrés prolongado o episodios depresivos pueden dar lugar a una serie de cambios estructurales en algunas partes altamente específicas de nuestro cerebro, de igual modo que los periodos prolongados de alegría y felicidad pueden transformar nuestra arquitectura neurológica. Esto nos indica que nuestro cerebro puede y debe cambiar, una sutil variación en nuestro modo de ver el mundo puede remodelar la arquitectura de nuestro cerebro y llevarnos a adoptar una postura más optimista o pesimista ante la vida si modificamos la respuesta de nuestro cerebro ante los desafíos y las alegrías que experimentamos podemos cambiar nuestra manera de ser

UN LIBRO QUE ME AYUDO MUCHO:

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Blanca Holanda. escritora de libros y novelas tales como: La coleccionista de sensaciones o Clandestina

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