¿Quieres conocer dónde se encuentra la felicidad de cada uno? Más cerca de lo que pensamos y que muchas veces ni nos planteamos. Esta fábula lo representa muy bien.
Cuando los dioses se encontraban creando al hombre y a la mujer, se dieron cuenta muy tarde de que les habían brindado demasiado dones que tarde o temprano, les harían tan poderosos como ellos. Tenían fuerza, inteligencia y determinación para seguir sus sueños. Esto les preocupó bastante, pues temían que un día pudieran crecer en soberbia y desafiarlos. Fue cuando repararon en que aún tenían un as bajo la manga: la felicidad.
-Si escondemos la felicidad, los hombres estarán demasiado ocupados buscándola como para pensar en retarnos-dijo uno de los dioses-. Tenemos que ocultarla donde no la puedan hallar. ¿Cuál es el mejor lugar para hacerlo?
-Hagámoslo en el pico más alto -dijo uno.
-No; porque en algún momento ellos podrán escalar hasta llegar ahí -le respondieron.
-Ocultémosla entonces en las profundidades del mar -dijo otro.
-No, porque alguno de ellos podrá inventar algo que les permita explorar los océanos -le contestaron.
Uno de los dioses, que hasta ese instante no había dicho una sola palabra, habló:
-Vamos a esconder la felicidad en un lugar en el que nunca se les ocurrirá buscar. Dentro de ellos mismos; porque siempre tratarán de hallarla en las cosas materiales, en otras personas o aspiraciones, antes que en su propio interior.
Y al ver cuanta razón tenía, los demás dioses decidieron colocar la felicidad dentro del corazón de cada ser humano. Y tal y como dijo el dios sabio; la mayoría de los hombres se empeñaron en tratar de ser felices en vano, sin darse cuenta de que sólo necesitaban mirar dentro de sí mismos y encontrar allí todo lo que les hacía falta para sentirse plenos.
A menudo le concedemos demasiada relevancia a cosas que solo nos harán sentirnos bien de una forma superficial. Pero si buscas en tu interior, sabrás que solamente tienes que aceptarte y aceptar lo que te rodea, para empezar bien cada día de tu vida.