Dar las Gracias

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A todos nos ha sido dado el regalo de la vida, todos podemos disfrutar de nuestras capacidades como seres humanos y de aquello que nos brinda la naturaleza y también todos somos vulnerables y tenemos necesidades que requieren la atención de otros, por todo ello debemos agradecimiento.

Dar las gracias de corazón nos concilia con la vida y nos ayuda a apreciar todo lo que tenemos. Un antiguo proverbio chino recomienda “cuando bebas agua, recuerda la fuente”, así como damos por hecho que el agua existe y que siempre contaremos con ella, también tendemos a considerar como naturales cosas cómo el alimento que nos nutre, el techo bajo el cual dormimos, la familia que integramos, los amigos que nos rodean, la salud de la que gozamos. Nos hacemos a la idea de que aquello con lo que contamos es algo que nos corresponde, qué debemos tener, que es nuestro derecho y creemos también que cuando no es así eso se nos debe. Nos pensamos a nosotros mismos como acreedor, antes que cómo deudores. Olvidamos que el agua no es lo mínimo que se nos debe, sino un don que recibimos.

Si nos aferramos al papel de acreedores siempre veremos en los otros a deudor, y no consideraremos aquello que nos dan o que hacen por nosotros. Pensamos que eso es lo menos que esas personas deben hacer. En el sentido del momento, la psicoterapeuta existencialista Elizabeth Lukas dice algo muy significativo “resulta curioso que apenas existan estudios empíricos sobre el agradecimiento. Las universidades no han caído en el hecho de qué se trata de un fenómeno irrenunciable, que mantiene presente en la conciencia la trágica estructura de la existencia.”

Reposar cada noche en la misma cama, de la cual nos hemos levantado por la mañana, es un milagro, podría no ocurrir, nadie nos garantiza que estaremos aquí final del día. La existencia es frágil y agradecer es una hermosa manera de recordarlo. ¿Qué nos impide decir gracias con mayor simpleza, naturalidad y frecuencia? lo impide, por macabro que parezca, el horror que no se ha vivido. Sin embargo, no debería ser necesario pasar por el horror y el dolor para ser agradecidos, sobran motivos para la gratitud cada día a cada minuto. el gran pensador y médico Víctor Frankl recomendaba agradecer siempre: “si no sabes por qué agradeces, quien recibe tu agradecimiento lo sabe”.

Gratia, se denominaba en latín al reconocimiento, una honra qué se hacía a otro por un favor recibido, de allí la palabra gracias. Cada día, si estamos un poco atentos, sobran los motivos para dárselas a alguien: nos abren una puerta, les traen un vaso de agua, nos desean buenos días, se interesan por nuestra salud, nos envían buenos deseos, nos atienden con amabilidad, recibimos una caricia, nos ofrecen acercarnos a un sitio, nos esperan cuando somos impuntuales, nos ceden un asiento, nos recomiendan un libro, nos sonríen, recibimos la llamada telefónica que esperábamos o una visita que nos alegra el día, nos invitan, nos cuidan, nos abren las puertas de una casa, basta con estar atentos, con prestar atención, con vivir despiertos para advertir que a cada momento hay una razón para ser agradecidos.

Cuando decimos gracias, nuestra gratitud excede el hecho por el cual la expresamos, agradecemos en realidad porque se nos dio, se nos confirmó nuestra existencia a través de la acción que agradecemos. Aquel a quien expresamos nuestra gratitud construyó un puente hacia nosotros y lo cruzó. Pequeños gestos nos van recordando que vivimos entre personas y que nos necesitamos las unas a las otras para confirmar los que estamos aquí vivos. Quién nos mira, nos habla, nos escucha o tiene un pequeño gesto hacia nosotros ejecuta un acto de amor, de la misma manera quién dice gracias expresa amor hacia un semejante.

Agradecer nos hace salir de nosotros mismos, mirar más allá del propio ombligo, nos rescata del amor propio, que como señala el filósofo francés André Comte sobre el amor propio: “requiere toda la gloria para sí, se alimenta de la omnipotencia, niega la vulnerabilidad y con ello también niega la necesidad”, pero ocurre que todos somos vulnerables y que además todos tenemos necesidades, cuya atención requiere de otros. Por todas estas razones nos debemos agradecimiento y como decía Víctor Frankl: “el agradecimiento siempre llega y no busca recompensa, jamás se pierde en el vacío una siembra de la que siempre habrá una cosecha, secunda todo el tiempo”. bebemos de fuentes qué puede que no siempre conozcamos pero a las que debemos gratitud por el agua que nos dan.

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Blanca Holanda. escritora de libros y novelas tales como: La coleccionista de sensaciones o Clandestina

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