Buena Autoestima

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Para sentirme competente para vivir y digno de felicidad, necesito sentir que controlo mi vida, lo que exige asumir la responsabilidad sobre mi vida y mi bienestar. Al subrayar que necesitamos asumir esta responsabilidad no quiere decir que una persona sufra de manera accidental o por culpa de otras, o que una persona sea responsable de todo lo que sucede. No apoyo la idea grandilocuente de que yo soy responsable de todos los aspectos de mi vida y de todo lo que me sucede. Sobre algunas cosas tenemos control, sobre otras, no.

Si me considero responsable de los asuntos que escapan a mi control, pongo en peligro mi autoestima, pues mis expectativas están condenados al fracaso. Si niego la responsabilidad en asuntos que están bajo mi control, de nuevo pongo en peligro mi autoestima. Tengo que conocer la diferencia entre lo que está bajo mi potestad y lo que no lo está. La única consciencia sobre la que tengo control voluntario es la mía. Tomar las riendas de la propia vida supone admitir las siguientes afirmaciones:

Yo soy responsable de la consecución de mis deseos, nadie me debe el cumplimiento de mis deseos, si los tengo yo soy quien tiene que descubrir cómo satisfacerlos. Si no asumo la responsabilidad por el logro de mis deseos en realidad no son deseos, no son más que ensoñaciones. Para que su puesto deseo se tome en serio debo estar dispuesto a responder en términos realista a la pregunta ¿Qué estoy dispuesto a hacer para lograr lo que deseo?

Yo soy responsable de mis elecciones y acciones. Ser responsable en este contexto significa ser el principal agente causal en mi vida y mi conducta. Si mi elecciones y acciones son mías yo soy su fuente. Tengo que reconocer este hecho. Tengo que estar vinculado a él cuando elijo y actúo.

Yo soy el responsable del nivel de consciencia que tengo en mi trabajo. Nadie puede dejar de ser responsable del nivel de consciencia que adopta en sus actividades cotidianas. Puedo dar a mi trabajo lo mejor que tengo o puedo pretender pasar con el mínimo de conciencia posible. Si estoy ligado a mi responsabilidad en este ámbito, probablemente actuaré con un alto nivel de conciencia.

Yo soy responsable del nivel de consciencia que aporto a mis relaciones. Soy responsable de mi interacción con los demás, de mi elección de compañeros y de la consciencia que aporto o dejo de aportar a cualquier encuentro. ¿Estoy totalmente presente? ¿Pienso en lo que implican mis afirmaciones? ¿En cómo afecta a los demás lo que digo y hago?

Yo soy responsable de mi conducta con los demás: con mis amigos, socios, clientes, pareja, hijos y amigos. Soy responsable de la manera en que hablo y escucho, de las promesas que mantengo o incumplo, de la racionalidad o irracionalidad de mis relaciones. Nos sustraemos a la responsabilidad cuando intentamos echar la culpa a otros de nuestros actos.

Yo soy responsable de la manera en que jerarquizo mi tiempo. Es responsabilidad mía el que las elecciones que hago sobre la disposición de mi tiempo y energía reflejen mis valores o sean incongruentes con ellos. Si insisto en que amo a mi familia más que a nadie y, sin embargo, rara vez estoy con ella, tengo que afrontar mi contradicción y pensar sobre sus implicaciones.

La practica de la responsabilidad de unos mismo es el tercer pilar de la autoestima.

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Blanca Holanda. escritora de libros y novelas tales como: La coleccionista de sensaciones o Clandestina

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